lunes, 16 de abril de 2007

El Reglamento del Minimo Esfuerzo

Con la reciente aprobación del nuevo reglamento de competencias y sin una justificación sólida que amerite los cambios introducidos en lo que respecta a las especies válidas, a la cantidad piezas permitidas y a los pesos mínimos; los pescadores submarinos que participan en competencias deportivas en el país estarían pasando a la condición de depredadores y simples recolectores submarinos; indigna designación con la que han sido denostados por mucho tiempo y que hoy, gracias a estas modificaciones podrían estar volviendo a ser catalogados como tales lejos de tomar la necesaria distancia de este injusto prejuicio.

A lo largo del tiempo en el que la pesca submarina se ha mantenido vigente, la condición ética primordial ha sido el criterio de selectividad que tiene el deportista y su personalizada aplicación en cada una de sus inmersiones. Mucho se ha escrito al respecto pero son muy pocas las veces en que ha primado esta razón para imponerse a las acusaciones de depredación y aniquilamiento que gratuitamente han recibido los pescadores submarinos a lo largo de su existencia.

Hoy en día, los códigos de comportamiento priorizan la preservación del medio ambiente y el pensamiento moderno defiende el derecho a la vida por encima de cualquier otra consideración filosófica. Esto sin lugar a dudas coloca al pescador submarino en una situación aún más comprometedora en la medida que desarrolla su actividad deportiva dentro de parámetros cada vez más excluyentes.

Es en este contexto actual que la permisividad del reglamento de competencias recientemente aprobado es inadmisible porque atenta contra todos los principios éticos que legitiman el esfuerzo honesto desplegado por el buzo en la captura de una presa. Las modificaciones introducidas permiten ahora la captura de peces con un peso mínimo que está por debajo de los estándares aceptables y en cantidades ilimitadas que pueden colocar al deportista submarino en el ojo del escrutinio público en forma negativa.

Capturar castañuelas con arpón es totalmente deleznable en la medida que este pez siente por los buzos una inmensa curiosidad (hoy lamentablemente fatal), acercándose a ellos de manera casi suicida en lugar de tomar la prudente distancia buscando el escondrijo que permite al buzo desarrollar sus instintos apoyado en sus conocimientos submarinos y desplegarlos con destreza gracias al buen estado físico que posee y por el que amerita ser considerado deportista.

Ni qué decir de la validez de capturar pejesapos con fines puntuables. Este bicho adhesivo está imposibilitado de nadar para escapar de los peligros que lo acechan por el peso de su cuerpo y la ventosa con la que se pega a las paredes de las cuevas submarinas ó piedras a flor de agua. Capturar estos peces equivale a recolectar moluscos como el chanque, arrancándolos de las piedras con la mano.

El pejesapo, que es tradicionalmente capturado con fines culinarios, no debiera se contabilizado como válido para ganar campeonatos porque desmerece al pescador submarino como tal ya que lo coloca en un nivel de recolector primario echando mano de una presa fácil de capturar con miras a llevarse un trofeo a cambio.

En estos tiempos de modernidad no se puede nadar contra la corriente, las normas de comportamiento deportivo son cada vez más estrechas y no existen en consecuencia espacios para beneficiar los resultados competitivos por la vía del facilismo, menoscabando la dificultad que tiene la pesca submarina como deporte, con el consiguiente deterioro de la imagen del pescador submarino como deportista esforzado y cabal, imagen por la que ha luchado a lo largo de bastante tiempo.

Por otro lado la captura ilimitada de peces por especie y la variación de los pesos mínimos de aquellas especies consideradas bajo protección pone sobre el tapete de la duda el respeto del pescador submarino por el medio ambiente y su correcta relación con el hábitat submarino ya que para sobreponerse a las exigencias propias de esta actividad deportiva recurre al facilismo de la captura inmediata, sin mayor esfuerzo y cuantas veces sea necesario con la finalidad de obtener puntaje.

Ya se ha visto que nuestros mejores deportistas submarinos cuando salen a competir el exterior no ocupan precisamente los mejores puestos, todo lo contrario, acostumbrados como están a capturar presas por debajo de los estándares internacionales se encuentran de cara con la cruda realidad de haber estado inmersos en un mundo ajeno a las condiciones actuales de competencia submarina internacional y en consecuencia quedan rezagados a lugares que ciertamente no merecen.

No contribuyamos a que esta situación se torne aún más penosa con la modificación al reglamento de competencias de pesca submarina. Seamos concientes de que bajo los estándares internacionales para este tipo de competencias, el facilismo y el esfuerzo mínimo están desterrados de por vida.

Alberto Santillana Ciriani